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Medicina social siglo XXl


Un artículo de Jorge Rachid
                                             
La Argentina ha sido y es uno de los países con mayor nivel de cobertura sanitaria de América, superior inclusive a la de EEUU. Ese hecho responde a una cultura sanitaria devenida de una historia de compromiso que iniciado a mediados del siglo pasado por el Dr. Ramón Carrillo como primer ministro de Salud de nuestro país permitió adquirir una concepción superior de la salud, como derecho humano fundamental a defender y proteger. Esta política junto a la gratuidad del ingreso universitario decretado por Perón, nos dio a los argentinos la posibilidad de entregar al mundo tres premios Nóbel, en el marco de la medicina, salidos de universidades estatales argentinas.
El protagonismo político del Movimiento Obrero Organizado en esa etapa permitió ir desarrollando acciones de salud solidarias desde Institutos creados al fin o mutuales accionadas por los propios sindicatos, que comenzaron a dar respuestas sanitarias a sus afiliados. Ese movimiento incipiente al principio se vio incrementado después de la Revolución Fusiladora como forma de consolidar la presencia del sindicalismo en una etapa de persecuciones y proscripciones. El régimen militar del iniciado en 1966 decide avanzar con la seducción sobre el sindicalismo, dictando la ley 18.610 de obras sociales, que llega hasta nuestros días con las leyes 23.660 y 23.661 que regulan su funcionamiento. El PAMI creado en la misma época por ley 19.032 y subsiguientes. La seducción no dio mas resultado que el fortalecimiento gremial.
Las Obras Sociales atienden hoy casi 15 millones de argentinos, el PAMI 6 millones, los Institutos Provinciales otros 6 millones a los cuales se suman casi 6 millones de cobertura parcial en algunos casos y total en otros de mutuales y cooperativas. La recaudación de las obras sociales son 26.000 millones anuales de los cuales el 10% es solidario al Fondo de redistribución. Además los trabajadores aportan el 3% de su salario al PAMI al cual se le suman los aportes de los mismos beneficiarios, todos en función de la cobertura de salud y tratamiento de la enfermedad en forma solidaria.
El gasto total de salud en al Argentina es de 122.000 millones de pesos anuales en los cuales participan los sistemas de lucro que atienden a casi el 10% de la población y que además han intrusado el sistema solidario con planes diferenciales y recibiendo indebidamente aportes de los trabajadores  a través del APE, ante demandas de alta complejidad, sin embargo su participación en el gasto es  del 20%. O sea que el sistema solidario atiende más del 40% de la población con menos del 25% del gasto mientras las prepagas que tienen un universo menor y gastan casi lo mismo. Después reclaman eficiencia a los sistemas solidarios.
Como se observa el sistema solidario debe conectar sus recursos hacia adentro del mismo sistema y mantener al sector privado de lucro, tipo seguro de salud en una regulación diferente como la ley de prepagas, con obligaciones y regulaciones por parte del Ministerio de Salud.
El neoliberalismo a través del otorgamiento de créditos del Banco Mundial ha fragmentado los sistemas sanitarios desde hace 40 años, incluso en el caso del hospital público pasando a ser responsabilidad de los municipios o de las provincias abandonando el concepto federal, igualitario y constitucional de la salud. Así el niño que nace en Las Lomitas, Formosa tiene una expectativa de vida 10 años menor que el de CABA, por poner un ejemplo entre tantos.
Con respecto a las obras sociales, se les sacó la recaudación en 1990 y se disminuyeron sus aportes en un 14,5 por ciento, luego en 1995 se impuso la gerenciación del PAMI con resultados de catástrofe, se desregularon las obras sociales gremiales permitiendo “el descreme” y la intrusión de las prepagas que se llevaron los mas jóvenes, los más sanos y los que mas ganan, fracturando la seguridad social en su concepto solidario e intentaron regular las prepagas para eliminar las mutuales y cooperativas. Las leyes 24.241 y 24.557 de AFJP y ART, fueron mas que etapas previas de un plan de seguro nacional de salud manejado por los Bancos. Ese camino del Banco Mundial en algunos sectores de poder sigue abierto.
Frente a este panorama es necesario realizar algunas reflexiones. En primer lugar el sistema tiene dificultades, algunas propias y otras creadas.
Las propias son: el canibalismo gremial por conseguir aportantes, que desencadenó la desregulación; la entrada permitida de las prepagas a manejar estructuras solidarias y ampararse en ellas con lucro y la falta de respuesta profesional en lo prestacional en muchos casos.
Las creadas son: la judicialización a través de amparos y cautelares que superan el PMO, la voracidad de los prestadores en sus márgenes de ganancia, la falta de aportes del APE con demora en caso de hacerlo lo que provoca desfinanciamiento, el comportamiento de sectores médicos que intentan lucro con medicamentos y prótesis, la demora de redistribuir los excedentes del APE del orden de los 9 mil millones, los rechazos de accidentes y enfermedades profesionales de las ART que deben atender las obras sociales o el hospital, entre otras cuestiones.
Con esos problemas se procuran soluciones, algunas desde el plano sanitario, otras desde el plano económico y otras político.
Hay quienes proponen con concepto económico de caja, un plan de seguro de salud, que reemplace a las obras sociales ya que estado sigue recaudando y conjuga en ANSES, PAMI, APE , Superintendencia de Salud y Obras Sociales un manejo directo y con los mismos prestadores. El concepto de seguro, es una cultura de no pago y subprestación.
Otros proponen eliminar las Obras Sociales para sacarle poder al sindicalismo, cuando en realidad sin esa carga prestacional, quizás sería mas fuerte aún, con sus propios recursos y sus propias mutuales.
En ambas propuestas está detrás la mano oculta de las prepagas y su intrusión en el sistema solidario para continuar lo que denomino violación de la solidaridad.
Desde el punto de vista sanitario se está trabajando con un sistema de prioridades diferente que pasa por la detección de las prioridades sanitarias del momento actual y después el análisis del recurso, ya que la Argentina es uno de los países que mas destina a ese fin.
En este sentido colocamos el esfuerzo en devolver a la comunidad un sistema sanitario solidario basado en el cuidado de la salud y no solo en el tratamiento de la enfermedad, reduciendo el gasto como el caso del medicamento que se lleva el 30 por ciento del gasto total de salud por presión de la industria farmacéutica y complicidad médica.
El gasto en medicamentos en el mundo oscila en el 18%, gasto que para nosotros es inversión como en todas las áreas sociales. La Producción Pública de Medicamentos es un legado esencial del Dr. Carrillo a recuperar en forma plena para la medicina social y la soberanía en las decisiones sanitarias.
Un sistema solidario que reúna el PAMI, las Obras Sociales, los Institutos Provinciales y el hospital público en un plan de salud federal que permita ir ampliando los márgenes de cobertura a quienes hoy carecen de ella.
Un sistema por etapas que integre la alta complejidad, los medicamentos de alto costo=baja incidencia, las enfermedades llamadas dramáticas, el gasto bolsillo de los crónicos que afecta a los sectores mas humildes de la población, que asigne recursos para la discapacidad y que integre en forma vertical servicios partiendo de la atención médica primaria hacia los niveles superiores y en forma horizontal ampliando universo, todo ello sin perder identidad para contener la  demanda en forma paulatina.
Sería relativamente fácil establecer un mecanismo orgánico de toma de decisiones entre los sectores involucrados en los sistemas solidarios, en forma tal de ir dando respuestas a las áreas críticas en una primera etapa y comenzar a complementar los subsistemas sin perder de vista el concepto solidario de la sanidad y la identidad, en la cual nuestro país ha sido pionera cultural y cuenta con un patrimonio humano superior para iniciar un camino que recupere el modelo social solidario que nunca debió ser arrasado como nos sucedió.
Evitar nuevas tragedias sanitarias es empezar a construir una nueva lógica basada en nuestra historia y nuestro compromiso.